En una jornada marcada por la reivindicación laboral y la movilización ciudadana, las manipuladoras de alimentos que prestan servicios para Junaeb han iniciado un paro nacional. Esta decisión surge como respuesta al incumplimiento del pago de sus finiquitos por parte de la empresa Las Lagunas, la cual dejó de operar para el organismo público.
La fecha límite del 21 de julio marcaba el término para que Las Lagunas completara la segunda cuota del finiquito a las trabajadoras, una obligación que hasta el momento no se ha cumplido. A pesar de ello, las afectadas continúan sus labores bajo la nueva administración contratada por Junaeb.
La magnitud del problema afecta a 4.638 mujeres, quienes aguardan recibir montos que oscilan entre $1.300.000 y $1.500.000. Esta situación económica incierta ha motivado a las trabajadoras a tomar medidas de protesta para salvaguardar sus derechos laborales y exigir el pago de lo adeudado.
Desde tempranas horas de la mañana, las trabajadoras se congregaron en Plaza Italia, punto neurálgico de la capital, para desde allí iniciar una marcha que recorrió la calzada sur de la Alameda. El destino de esta manifestación fue claro: dirigirse al Ministerio de Educación, entidad clave en la gestión de los contratos con Junaeb y sus proveedores de servicios.
En el caso de Los Ángeles, acordaron junto a su sindicato, a presentarse a las 9,30 horas de hoy en los colegios donde trabajan a protestar por la deuda de sus finiquitos.
El paro nacional no solo busca visibilizar la situación financiera que enfrentan las trabajadoras, sino también presionar a las autoridades competentes para que intervengan y garanticen el cumplimiento de los compromisos laborales adquiridos. La decisión de marchar por una de las arterias más emblemáticas de Santiago no solo simboliza la lucha por la justicia económica, sino que también busca sensibilizar a la opinión pública respecto a las condiciones laborales de quienes, día a día, contribuyen al servicio público alimentario de miles de estudiantes.
En este contexto, las manipuladoras de alimentos enfrentan un desafío que va más allá de lo meramente financiero: es un llamado a la equidad y al respeto por los derechos laborales en un sector vital para la sociedad. La determinación de estas mujeres refleja no solo su unidad y compromiso, sino también la urgencia de soluciones concretas que aseguren su bienestar económico y laboral a largo plazo.